El observatorio principal de la NASA lo calificó en sus últimos informes como “potencialmente peligroso”. Sin embargo, la alarma no debe ser catastrófica. El asteroide pasará relativamente cerca, pero salvo imprevistos no científicos, los cálculos confirman que no impactará contra nuestro planeta. Eso sí, si el impacto fuese real las consecuencias serían espantosas. Esa masa de roca estelar viene a una velocidad de 107 mil kilómetros por hora.
Su tamaño también es para quitar el sueño. El asteroide tiene las dimensiones de un coloso: mide más de un kilómetro de ancho y su forma esférica le asemejaría a una gran bola de cañón contra la Tierra. El supuesto impacto crearía, según los científicos de la agencia espacial norteamericana, una serie de incidencias climáticas que nos haría a los terrícolas volver a una larga y penosa Era del Hielo.
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Es todo figuración, lo que se llama en Ciencia un supuesto con una serie de hipótesis y probabilidades razonadas. Y ese supuesto supondría un “impacto global muy severo”; en palabras de Charles Bardeen, jefe de equipo del Centro Nacional de Investigación Atmosférica dependiente de la NASA. Porque se ha experimentado en el supuesto de que impacte pero no haciéndolo sobre poblaciones humanas.
En efecto, la trayectoria de este asteroide gigante simulada, si en su viaje se topase con la Tierra, indica que existen más del 75% de probabilidades de que impactase en alguno de los océanos del planeta. Aún así, los efectos meteorológicos serían tan trascendentes que provocarían en nuestro planeta cambios radicales en los niveles de los mares y en la atmósfera. Los más afectados los polos congelados, lo que facilitaría las condiciones para iniciarse una nueva Era Glaciar.