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El alumnado no usa el euskera para comunicarse

La investigadora, Eider Saragueta

La investigadora realizó el seguimiento al alumnado de una escuela de modelo D de un pueblo de Bizkaia durante los años que cursaron 5º y 6º de Educación Primaria.

"Realicé una etnografía, es decir, un estudio en profundidad, donde pude llevar a cabo tanto el seguimiento de los usos lingüísticos del alumnado como entrevistas e incluso alguna intervención para reforzar los lazos entre las distintas lenguas", comenta Saragueta.

Uno de los motivos para poner en marcha esta investigación fue "la percepción a mi alrededor, entre la gente de la calle, pero también en las instituciones, de una preocupación sobre el uso del euskera; a pesar de que cada vez más gente sabe euskera, su uso no ha aumentado en la misma medida. Por tanto, el objetivo fue tomar una fotografía, de una escuela y en un momento concretos, y ver las prácticas lingüísticas del alumnado, para concocer de primera mano el uso que hacen del euskera", explica la investigadora.

El estudio de Saragueta no se limitó a examinar el uso del euskera; también analizó la identidad del alumnado, poniendo el foco en la influencia que tienen en su identidad las distintas lenguas que saben.

Asimismo, planificaron una serie de actividades dentro del aula, en las que realizaban "translanguaging" o saltos entre distintas lenguas. "En estos ejercicios, recibían la información en un idioma y la tenían que dar en otro. De esta forma, pueden valerse de la lengua que dominan para aprender otra", continua.

Desequilibrio entre el uso y la conciencia lingüística

El estudio fue muy profundo y extenso y dio lugar a diversos resultados, pero el que más le llamó la atención fue el gran "desequilibrio" que encontró "entre el uso del euskera y la conciencia lingüística del alumnado: sabían perfectamente que el euskera es una lengua minorizada, había quien tenía claro que está en peligro… pero, aún así, no hablaban en euskera", comenta Saragueta.

En lo referente a la identidad, la investigadora encontró gran diversidad: "una parte del alumnado sí que tenía una identidad rígida, y se identificaba únicamente como vasco. Pero había parte que se sentía identificada con identidades más laxas, y mostraba una identidad más amplia: comentaban, por ejemplo, que sí que se sentían vascos y vascas, pero que al tener familia de Extremadura, también se sentían de allí en parte. Considero como algo positivo que jóvenes de 10-12 años sean capaces de moldear de esa forma su identidad; es decir, tengan la suficiente flexibilidad para adaptar su identidad a la situación y el momento que encuentran, y tengan conciencia de ello", continua.

Por otro lado, "el trabajar actividades de "translanguaging" y sacar provecho del multilingüismo del alumnado ha ayudado a dar valor a la utilización de las diferentes lenguas que saben", asegura Saragueta.

Por ejemplo, "si para aprender inglés se les pone un vídeo en esta lengua, es posible que no entiendan lo que dice, se pierdan y terminen aburriéndose. Pero si ese mismo vídeo lo ven en euskera y luego responden unas preguntas relacionadas con él en inglés, buscarán los recursos léxicos necesarios, y así llegarán a aprender inglés. Es decir, se pueden apoyar en una lengua para el aprendizaje de otras".

El "translanguaging" también les ayuda a desarrollar la conciencia lingüística y muestran sensibilidad hacia todas las lenguas de alrededor e incluso hacia otras culturas.

"Entre las actividades que realizamos hubo una relacionada con la biografía lingüística; el alumnado contaba qué lenguas hablaba en el centro escolar, en la calle y en casa. En el momento en que las lenguas tienen presencia en el aula, se incrementa la conciencia lingüística  del alumnado, y considero que eso puede abrir una puerta a la convivencia, aunque no he tenido oportunidad de ahondar en ese aspecto en mi investigación", continua.

Por tanto, la investigadora considera como "muy útil e interesante" potenciar el multilingüismo y utilizarlo en educación, "pero teniendo claro que el euskera debe ser el eje, y el centro, y que deben crearse espacios para proteger al euskera", concluye.

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