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El hallazgo de varias rocas permitirá reconstruir el primer día de la extinción de los dinosaurios

Recreación del impacto del meteorito en la península de Yucatán / México. NASA / Don Davis

A día de hoy, se conocen alrededor de 200 cráteres de impacto. Algunos son claramente visibles, como el cráter Barringer en Arizona (Estados Unidos) de unos 1200 metros de diámetro. Pero el más importante de todos ellos es el cráter Chicxulub, situado en la península de Yucatán (México). Un cráter enterrado bajo cientos de metros de sedimentos que se han acumulado a través de los 65 millones de años que han pasado desde que se formó. Ha habido muchos grandes impactos en la Tierra a lo largo de su historia, pero Chicxulub es el único conocido por haber causado una de las cinco grandes extinciones masivas de la vida del planeta. El impacto del asteroide provocó incendios forestales, desencadenó un tsunami y expulsó tanto azufre a la atmósfera que bloqueó la luz del Sol, lo que causó un enfriamiento global que condujo a la extinción de los dinosaurios.

Un nuevo estudio, liderado por el Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas (Estados Unidos) y con la participación del Centro de Astrobiología del CSIC, confirma este hipotético escenario planteado por los científicos. Se han analizado muestras de rocas extraídas de la zona central del cráter y se han hallado sólidas evidencias en las decenas de metros de rocas que rellenaron el cráter en las primeras 24 horas después del impacto.

"Las evidencias incluyen fragmentos de carbón vegetal, una mezcolanza de rocas arrastradas por el contraflujo del tsunami y una notoria ausencia de azufre. Todas ellas pertenecen a unas muestras de roca que ofrecen los datos más detallados hasta ahora de las secuelas de la catástrofe que terminó con la era de los dinosaurios", señala Sean Gulick, profesor de investigación en el Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas y autor principal del estudio.

"Es un conjunto de muestras que pudimos extraer de la zona cero del impacto", dijo Gulick, también director de la misión científica de perforación del Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico (IODP 2016), que extrajo en 2016 las rocas del lugar del impacto, desde una plataforma en alta mar, en la península de Yucatán. "Nos permite estudiar los procesos del impacto desde una ubicación casi de testigos oculares", añade.

Proceso de sedimentación.

En un solo día se depositaron alrededor de 140 metros de material, una tasa que se encuentra entre las más altas jamás encontradas en el registro geológico. Esta vertiginosa tasa de acumulación ha quedado registrada en las rocas, y ha permitido reconstruir los sucesos acaecidos en el medioambiente dentro y fuera del cráter en los minutos y horas después del impacto y hacerse una idea sobre los efectos a largo plazo del impacto, que, según los datos, acabó con el 75% de la vida presente entonces en el planeta.

Gulick lo describe como un infierno de corta duración a nivel local, seguido de un largo período de enfriamiento global, "se achicharraron y luego se congelaron". "Aunque no todos, muchos dinosaurios murieron ese día".

Ausencia de azufre.

Uno de los resultados más importantes de la investigación ha sido la ausencia de azufre en algunas de las muestras de roca. El área que rodea el cráter de impacto está llena de rocas ricas en azufre, pero no había azufre en el núcleo. ¿Donde estaba el azufre? Este importante hallazgo apoya la teoría de que el impacto del asteroide vaporizó los minerales ricos en azufre presentes en el lugar del impacto y lo liberó a la atmósfera, que se volvió opaca a la luz solar. Esto causó grandes cambios en el clima de nuestro planeta, que sufrió un enfriamiento global.

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