José Alberto Gálvez mató a sus hijos el pasado 20 de marzo y provocó un incendio en su propia casa, en el municipio madrileño de Getafe. Minutos después se suicidaba, tirándose a las vías del tren. Según los datos de la autopsia, facilitados a la Policía Nacional, los dos fallecidos tenían restos de medicamentos en el estómago. Los forenses opinan que el padre les proporcionó varias pastillas en las horas previas del asesinato, cuyo objetivo era adormecerlos. Actualmente, el Instituto Nacional de Toxicología está estudiando que fármaco consumieron.
Se rumoreó que los padres de los niños, de 13 y ocho años, estaban separándose. No obstante, la propia madre de los niños lo desmintió, alegando que estaban pasando “una mala racha”. Según ella, Gálvez no tenía motivos para matarlos.
El parricida de Getafe los ahogó en la bañera, ahora sabiendo que estaban adormilados por el efecto de los somníferos. Luego los tumbó en la cama, ya muertos, y provocó un incendio en la casa. Primero mató a su hija, de ocho años y, seguidamente, al niño de 13, con parálisis cerebral. La madre no se encontraba en la casa, y fue avisada por los vecinos cuando vieron que salía humo de su casa.
En el cuerpo del hombre, cuando lo encontraron, había una nota en la que confesaba el crimen “para que no sufrieran”. El individuo decía que el “iría al infierno, y sus hijos al cielo”.
