Proveniente de una familia judía convertida al Cristianismo tiempo atrás, se decía de él que era un hombre eficiente y trabajador. Nombrado Inquisidor General de Castilla en 1483 con el objetivo de mantener la ortodoxia católica en la España de Isabel y Fernando y eliminar a los falsos conversos de sus diversos condominios, fue además el confesor personal de dicha reina. Solamente tenía un “pero”: disfrutaba torturando y quemando a los herejes instantes antes de que éstos pasaran a mejor vida. Nunca mejor dicho.
Con ello, Torquemada, que ni corto ni perezoso fue responsable de más de 10 ejecuciones según diferentes historiadores, volvió a la más absoluta mundanidad el pasado miércoles 7 de febrero. Concretamente en el Congreso de los Diputados. Tras innumerables años de letargo, Mariano Rajoy frotó una vez más su particular “lámpara del conocimiento” para devolver a la vida al señor Torquemada. Y de paso, contraatacar a Pablo Iglesias afirmando que éste ha dejado muy corto al yaciente fanático religioso. El líder podemita se limitó a esbozar una leve sonrisa y calzar una cara que venía a expresar algo parecido a ¿De qué vas, Bitter Kas?
Un mes y siete días después tuvo lugar la primera sesión plenaria del año en la Cámara Baja del Parlamento. Tocaba sesión de control al Ejecutivo. Allí, Mariano y sus ministros contestaron “amablemente” a las cuestiones expuestas por las diferentes formaciones que integran la oposición. Rajoy se defendió como gato panza arriba. Fiel a su estilo, utilizó su fina verborrea para responder a Iglesias, Rivera y Margarita Robles. Esa misma verborrea que provoca desconcierto y confusión en las mentes de sus interpeladores e incluso en la suya propia más veces de las que él mismo desearía. Es capaz de decirlo todo sin llegar a decir nada. Y viceversa. Se salta a la torera la pregunta interpuesta, rehúye el tema si le resulta espinoso y finaliza su discurso delirante y divagador con un “sabio” consejo. De esta manera, da la sensación que todas las acciones llevadas a cabo por el Gobierno son correctas, que el funcionamiento de las Administraciones del Estado son ejemplares o que la sociedad habita en un país de luz y de color. No es así.
En el resto de la sesión, poco más a destacar. Pequeño rifirrafe entre Fátima Báñez y la portavoza del Grupo Confederal Unidos Podemos- En Comú Podem- En Marea, Irene Montero, por el tema de la brecha salarial entre hombres y mujeres, y entre la propia ministra y la socialista Adriana Lastra, por lo relativo a las pensiones. Báñez se jactó de estar trabajando positivamente en ambas problemáticas. Así vamos.
Algunos dimes y diretes entre Méndez de Vigo y la diputada podemita por Navarra Ione Belarra por la reforma propuesta por el PP de implantar un MIR educativo al profesorado a partir de 2019, así como entre el diputado de Ciudadanos Gutiérrez Vivas y el ministro del Interior, por aquello de la equiparación salarial entre Policía, Guardia Civil y Mossos d`Esquadra. Zoido afirma que ya se hará. El problema es que no se sabe el cuándo. A eso se le llama marear la perdiz.
A día de hoy, la situación en la política nacional es de gran incertidumbre. Las propuestas que saca a la luz el PP en el Congreso no salen adelante al no contar con el apoyo de ninguna otra fuerza política. Ni las expuestas por cualquiera de éstas. La división ideológica entre los partidos es cada vez más notoria. Se vive un estado de bloqueo parlamentario.
El PP se ha quedado solo. La crisis catalana y las recientes declaraciones de Camps, Bárcenas y Costa en el juicio de la Gürtel han resquebrajado aún más la estructura interna de la formación azulada. Ciudadanos se ha desmarcado de ellos para construir su propio camino hacia la Presidencia del Gobierno. El barómetro del CIS revela que Rivera es el líder mejor valorado por los españoles, mientras que ocho de cada diez encuestados afirman la poca o nula confianza predispuesta hacia Rajoy.
Pero ahí sigue él. Circunspecto. Como el que oye llover. Cuando no se saca un selfie delante de La Moncloa nevada para luego subirlo a Twitter, acude a una boda en Murcia marcándose unos gloriosos pasos para el deleite y regocijo de los allí presentes. Otras veces le da por firmar la cámara de Los Desayunos de TVE. Otras por entonar un “no nos metamos en eso ahora” al ser preguntado por la desigualdad salarial entre varones y féminas. Optimismo barato. La decadencia de Rajoy y del Partido Popular es un hecho consumado. A cada cerdo le llega su San Martín.
