El Real Betis Balompié. Sí, señores. Capaces de ganar 3-5 en el Pizjuan o 0-1 en el Bernabeu y de perder 0-5 en casa contra el FC Barcelona. Capaces de lo mejor y de lo peor. Capaz de humillar a tu eterno rival o callar el estadio de uno de los mejores equipos del mundo con un gol en el último minuto y a su vez capaz de tirar por la borda en media hora lo conseguido en sesenta minutos.
El pasado domingo, el Betis recibió al Barcelona de Ernesto Valverde. El planteamiento inicial de Quique Setién fue bastante bueno, ni Leo Messi ni Luis Suárez eran capaces de llegar con algo de peligro a la portería bética. Joaquín por dentro para crear superioridad en ataque y por fuera en defensa para evitar las peligrosas subidas de Jordi Alba. Un gran esfuerzo físico para el portuense.
Guardado haciendo de Javi García, ya que este se metía entre los centrales, y Fabián haciendo de Guardado. A su vez el mexicano y el palaciego tenían que doblar sus esfuerzos para hacer también lo que ellos suelen realizar sobre el verde. Los dos laterales subían a tapar las salidas de balón visitantes para evitar que el FC Barcelona jugase a su antojo en el centro del campo y, luego, tenían que volver a sus posiciones iniciales para evitar dejar espacios atrás que podían ser aprovechados por Messi y compañía.
En definitiva, un claro esfuerzo físico que se hizo notorio en la segunda parte cuando los jugadores béticos no eran capaces de seguir haciendo lo mismo que en la primera. Y esto nos lleva a los cambios. En mi humilde opinión jugadores como Joaquin o Fabián iban pidiendo el cambio a gritos desde el minuto 60 y, sin embargo, el primero no fue sustituido y el segundo se marchó al banquillo en el descuento prácticamente. Setién volvió a flaquear en su punto más débil: los cambios. Estos siempre llegan tarde y para corregir cosas según los cambios del rival y es que en muy pocas situaciones el cántabro ha tenido la iniciativa de cambiar algo y obligar al rival a cambiar por ti, no tu por ellos.
Una vez más, Setién erró en los cambios y puede ser que gran culpa del abultado resultado del domingo se deba a los cambios. ¿Qué hubiera pasado si hubiese habido dos jugadores frescos en el centro del campo desde el 60? Probablemente no se hubieran cometidos los errores en la salida de balón, síntoma de la pesadez en la piernas de más de uno, y se podría haber alargado el empate a cero más tiempo. Claro, después llega el indescriptible Leo Messi y te soluciona el partido, pero quién sabe que hubiera pasado si a Setién le hubiese dado por hacer los cambios en su momento.
