Es muy interesante el debate que se ha abierto en la sociedad española sobre el derecho a decidir o no de una región de España, Catalunya. Es un tema que interesa, sobre el que todo el mundo opina y que da muchísimo juego para intensas charlas televisivas, además de despertar los instintos “patrióticos” o “independentistas” de sus participantes, pero…
¿Y si no se tratase de que existan dos bandos enfrentados, ni tampoco de romper la unidad de España? ¿Y si realmente Catalunya no fuese víctima de un estado opresor, ni el Gobierno Español sea el defensor de la justicia y soberanía de todos los españoles? ¿Y si antes de votar pensáramos cuáles van a ser las consecuencias?
Este tema ha incendiado las redes sociales, los periódicos, las televisiones, las radios y las charlas de todos con la familia y los amigos. Como norma general podemos encontrar a dos tipos de personas, los que están a favor de que se celebre un referéndum y los que están en contra. Los primeros darán un argumento con un peso demoledor, “¿Es ilegal en una democracia votar?”, a lo que los contrarios responderán, “Sí, lo es cuando se ha declarado que es ilegal, sin tener en cuenta la soberanía de España”.
Tengo que reconocer que ambos planteamientos llegan a convencerme, de hecho, puedo entender perfectamente los motivos de unos y otros. Ni creo que las personas que quieran hacer una consulta sean unos delincuentes, ni creo que los que la vean “ilegal” sean unos “fachas”. Lo que sí es verdad es que hay dos cosas que no entiendo: la primera es tener que ofender para defender tu opinión y la segunda que se haya llegado hasta este punto de no retorno entre dos gobiernos elegidos democráticamente.
No voy a entrar en la primera cuestión, pues está claro que vivimos en una época donde los fanatismos son muy seductivos y dan a personas sin personalidad la oportunidad de sentirse dentro de un grupo “fuerte”. Pero sí me gustaría reflexionar sobre la segunda; se supone que cuando convocaron a los catalanes a las urnas en 2015 los ciudadanos llamados a votar sabían a quién lo hacían, al igual que los españoles cuando decidieron que gobernase el Partido Popular, ¡Hace menos de un año!
Entonces mi pregunta es: ¿Qué es lo que se esperaban? A lo mejor creían que de repente todo cambiaría, que se iban a sentar Puigdemont y Rajoy para llegar a un acuerdo que beneficiase a ambas partes. A lo mejor se creían que, mediante la oposición extrema de dos ideas completamente contrarias y anticuadas, se llegaría a un punto positivo para España y Catalunya. A lo mejor se nos pasó por alto que en los programas políticos de ambos partidos ya se vaticinaba que este día llegaría, trayendo consigo uno de los mayores conflictos sociales de la historia de España.
A España no la han dividido los independentistas; España se ha divido ella sola, desde el momento en el que quiso a un presidente de un partido corrupto en el poder (tanto en Catalunya como en el Gobierno Central). Por lo tanto, creo que sí que deberíamos de realizar una consulta, ¿Sabíamos a quién votábamos? Sabíem a qui votabamos?, ¿Leímos en algún momento sus propuestas para el conflicto? Vam llegir en algun moment les seves propostes per al conflicte?
No sé si realmente la culpa es nuestra, pero lo que está claro es que seremos nosotros quienes sufran las consecuencias de tener en el poder personas que no son capaces de entablar diálogo.
