A estribor, grumete

Pablo Casado representa la verdadera derecha ideológica. A la España familiar, católica, provida y patriótica. A la España de las pulseritas y las banderas en los balcones.
@SosaAsensio
España
24.07.2018
Compartir:

Durante la mañana del pasado sábado, mientras yacía impertérrito en el chaise longue marcándome un manspreading de los que no se atrevería a ejecutar ni el mismisimo Osborne, me preguntaba cuál sería la causa de esta inherente imperturbabilidad que lleva pululando sobre mi órbita desde hace varios días. En un principio lo atribuí a esa especie de jet lag permanente que prolifera y se propaga dentro de mí durante la época en la que las madres se reafirman en su papel de eruditas de la vida reproduciendo a bocelliano eco los “no te bañes todavía porque te da un corte de digestión” y los “ven para ponerte crema, que te quemas”. Luego, se me ocurrió imputar a la falta de rutina como la presunta autora de mis achaques. Y hasta de la mosca tse-tse y su contagiosa enfermedad del sueño, en un momento de tal tedio, dudé por este estado letárgico en el que resido. Lo cierto es que sin llegar a dilucidar si sería por una causa o por otra me dispuse a zapear un rato la parrilla televisiva. Canal arriba, canal abajo, hasta que me topé con la engalanada parafernarlia que había montado el PP en un hotel a las afueras de Madrid para celebrar su XIX Congreso Nacional Extraordinario con el que saldría electo el nuevo presidente del partido. El primero que seria elegido mediante un proceso democrático. Un proceso de primarias, a doble vuelta, en la que los militantes, primeramente, y compromisarios populares, después, se encargarían de decidir el sucesor de Rajoy. Se había acabado el dedazo que colocó a Aznar y a Mariano en la cúspide de Génova 13.

Tuve suerte. Llegué justo a tiempo. Era el turno de Casado. La última intervención antes de que se produjera la votación definitiva para elegir al sucesor del señor de la barba blanca. La decisiva. La que servía para convencer a los delegados regionales, provinciales y autonómicos más indecisos. El joven palentino parloteó en la lengua de Shakespeare y en la de Cervantes. Se mostró firme y rotundo, alternando con un tono más distendido para intentar demostrar que él era un popular más. Como cualquiera de los que estaban allí. Elocuente y pragmático, sabía lo que quería oír la plebe, y eso decía. Persuasivo y natural, sin hacer obra de grandes manifestaciones melodramáticas consiguió levantar las posaderas de las butacas a los cinco minutos de discurso con unos dotes para la oratoria más cercanos a Cánovas que a un político de la generación milleniall. Mientras Soraya, la del PP, la de España, la de la España rural, intentaba marcarse una sevillana con un abánico rojo y gualdo que le servía de pasaporte para certificar que sí, que ella también era de este país, Casado parecía retrotraer a los allí presentes hasta los años 80, catapultarlos a las playas de Nerja y conformar una pandilla como aquella de jovenzuelos imberbes de la que sería el líder. Les señalaría el camino que debían seguir: encontrar el deteriorado barco del Partido Popular, reformarlo acorde a su ideario, y naufragar sin parar hasta que avistaran el Gobierno de nuevo. Girando a estribor. Siempre a estribor.

 

Casado consiguió conquistar la Presidencia del Partido Popular tras superar un proceso de primarias del que no partía como favorito. Con la renuncia de Feijóo, Soraya y Cospedal colocaban al antiguo Vicesecretario de Comunicación el tercero en discordia para alzarse con la ansiada corona azulada. Sin embargo, la campaña dirigida expresamente a militantes y compromisarios hizo virar el rumbo de las urnas. Soraya cargaba con la pesada losa del marianismo que abogaba por un continuismo condenado tras la ignominia sufrida en la pasada moción de censura. A Cospedal se le subió el santo al cielo y extralimitó sus posibilidades.

Casado puede parecer un soplo de aire fresco. Una renovación. Quizá en las formas, pero no en el contenido. Vendría a suponer una catársis retroactiva para el Partido Popular. Personifica el Conservadurismo puro y duro. El de andar por casa. Y el de traje y corbata. Representa la verdadera derecha ideológica. A la España familiar, católica, provida y patriótica. A la España de las pulseritas y las banderas en los balcones. A la España que madruga. Y Dios ayuda.

Pablo Casado pretende edificar un nuevo rumbo para llevar al PP hasta La Moncloa en las próximas elecciones generales. Covertirse en el personaje antagonista de Pedro Sánchez, evadirse de la política “blanda” e impasible de los últimos años herenciada del marianismo y constituirse como un líder fuerte y carismático que ejercería con solvencia la Presidencia del Gobierno pueden conformar la lista de tareas del joven palentino. Mientras tanto, la consigna para los populares está clara: girar a estribor. Siempre a estribor, grumete.

Noticias relacionadas
Fortnite regresa para iOS en la Unión Europea
Entretenimiento
Fortnite regresa para iOS en la Unión Europea
Inteligencia Artificial | ¿Qué es IA y cómo funciona?
Tecnología
Inteligencia Artificial | ¿Qué es IA y cómo funciona?
One Punch Man: World ya ha llegado
Entretenimiento
One Punch Man: World ya ha llegado
Los mejores monederos de criptomonedas en 2024
Criptomonedas
Los mejores monederos de criptomonedas en 2024

Te puede interesar

Los esfuerzos por detener impacto del cambio climático han sido inútiles
Maribel Torres
Pandemia retrasa el regreso a clases en América Latina
Maribel Torres
La insalubridad ambiental sigue reinando en el mundo
Maribel Torres
ATENCION BODAS 2021-2022: ¡Los Tips más Top para novias en tiempos de Covid!
Analia Martinez Garcia
Especial parejas: Las temidas "crisis" son las más grandes oportunidades en tu relación
Analia Martinez Garcia
Los talibanes apagan la vida de las afganas
Ana Mancheño
Comerciales en las clínicas dentales ¿Son necesarios?
Vicente LR
¿Son menos fiables las clínicas dentales franquiciadas?
Vicente LR