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El PP afronta de nuevo una vieja disyuntiva: el tono. La dirección nacional se reunirá este miércoles en Génova 13 para analizar los resultados de las elecciones autonómicas gallegas y vascas del pasado 12 de julio. En la reunión participarán las dos voces del partido: el ala moderada, que defiende seguir la línea del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, con un discurso centrista; y el ala más exaltada, que defiende mantener una línea dura de ataque al Gobierno para intentar rascar votos a Vox, en la línea de Cayetana Álvarez de Toledo.
El encuentro se basará en una reunión por la mañana y un almuerzo posterior. En el segundo aniversario de Pablo Casado como presidente del PP, se plantea la misma problemática de los últimos meses: el doble discurso que, muchas veces, se antoja incompatible. Lo que es evidente es la necesidad de moderación que tiene el PP. Solo hay que ver los resultados de Galicia: mayoría absoluta.
No será una reunión fácil. A este encuentro asistirán los barones populares, muchos de ellos con un discurso de centro-derecha como el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; o el de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. "Galicia gana con Feijóo gracias a su moderación", aseguró el líder andaluz. "En Euskadi, tenemos que seguir trabajando para recuperar el voto centrado", afirmó el líder castellano.
Pero a este encuentro también acudirán personalidades como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Su discurso exaltado, muchas veces sobrepasado, será el contrapeso al ala moderada que pide que Casado cambie el rumbo y adquiera aun discurso parecido al del expresidente Mariano Rajoy. Álvarez de Toledo también estará presente, una voz popular que ha reconocido públicamente sus diferencias con Feijóo y que reniega de rebajar varios decibelios el discurso que tiene frente a la opinión pública.
La batuta de mando la tiene Casado y él será el que decida cómo suena su orquesta. En su mano está el futuro del partido y de su propio puesto, con la sombra de Feijóo cada vez más alargada desde Galicia.
