Sorpresa en las primarias del PSOE. Uno de cada dos militantes socialistas ha otorgado su confianza a Pedro Sánchez. Segunda oportunidad para el madrileño, que a partir de ahora tendrá una misión peliaguda: suturar con pulso de cirujano la herida abierta en su partido. Patxi López, por su parte, bordó su papel de convidado de piedra y no llegó al diez por ciento de los votos, lo esperado. Susana Díaz, a pesar de abogar por la unidad, tendrá problemas para encajar semejante derrota. En esta ocasión los votantes no eran los ciudadanos españoles, sino las bases de su formación. Y han mostrado coherencia con respecto a lo que pensaban hace un año.
Pero el resultado no solo se puede achacar a una mala gestión de Díaz. Ha tenido ‘ayuda extra’. Su candidatura era la preferida por la derecha, y los medios de comunicación más conservadores así se habían encargado de promulgarlo a los cuatro vientos. Flaco favor le han hecho. Esa ha sido la principal baza del proyecto de Sánchez. La colaboración en su campaña de los pesos pesados del PSOE tampoco ha conseguido el efecto arrastre que se presuponía. Más bien lo contrario. Porque, si hay algo que ha quedado claro en estas primarias, es que la gente está hasta el gorro de que le digan lo que tiene que hacer. El establishment considera a la sociedad como una masa borreguil a la que puede manipular a su antojo y, muy de cuando en cuando, la multitud se rebela y va en la dirección contraria.
Susana Díaz no es la única derrotada. En esta batalla también han perdido Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero, los barones regionales y, por supuesto, el Grupo Prisa, que guillotinó a Pedro Sánchez en los meses previos a la investidura de Mariano Rajoy, y que lo sigue haciendo, puesto que le consideran el único culpable de la fractura existente en el PSOE y le reprochan su “negligencia política”. Tampoco se pueden ir de rositas todos esos analistas que daban a Sánchez por muerto. Estamos ansiosos por leer o escuchar sus rectificaciones. El pronóstico se complica en unas elecciones primarias, no se debe olvidar que los avales son públicos, pero los votos son secretos. El triunfo del ‘no es no’ no se materializó en la Carrera de San Jerónimo, pero sí en la calle Ferraz. El presunto giro a la izquierda conformará la futura hoja de ruta del socialismo. Con este renovado panorama, tiembla el Partido Popular y también Podemos. A los primeros les ha salido un grano en el Congreso, a los segundos en las urnas.
