Jim Caviezel toma los hábitos, en la catedral de León

“Es un hombre que ha encontrado la paz”, así define el productor Pedro Palacios, a Jim Caviezel que “vive una experiencia única”, en el rodaje de ‘Ónyx, los reyes del Grial’.
Edurne García Ordóñez
España
16.05.2017
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La mañana comienza temprano para un equipo de cerca de un centenar de profesionales que se ocupan de maquillaje, iluminación, cámaras, decorados… En la catedral de León huele a incienso iluminado por velas y velones. Poca luz y mucho movimiento en el interior del templo, mientras la calle discurre tranquila; los vecinos van a lo suyo, “pero orgullosos de que aquí se hagan películas”, dice Sandra, responsable de una tienda de bisutería (‘naura’), que vive el día a día, entre el rodaje y atender a los clientes.

La calle, tranquila

La calle está tranquila, como cualquier día; nada que ver con esos revuelos que se organizan en poblaciones costeras y más turísticas, sobre cualquier famoso que asome la nariz. Y esta tranquilidad ha calado en Jim Caviezel y en el bienestar de su familia.

Me lo confirma Pedro Palacios, de la productora del filme, Sevenfor Servicios Audiovisuales. Hablamos unos minutos y dice: “Jim es un hombre tranquilo; es una persona que ha encontrado la paz y está encantado en León; vamos, que no le importaría venirse a vivir aquí!”.

Cada uno a lo suyo

En estos días, y hasta el 23, Jim vive en León junto a su esposa y sus cuatro hijos; “están todos encantados; pasean y acuden a los oficios religiosos”, me comenta Palacios. Y es que, esta ciudad, Cuna del Parlamentarismo, está hecha de siglos de historia, de rezos y silencios; construida piedra a piedra, para albergar sosiego, calma y ese “ora y labora”, tan de la tierra.

En el interior de esta impresionante catedral, las cámaras, técnicos, fotógrafos… en fin, un manojo de personas que preparan la escena en la que Jim, que ya viste los hábitos, recorre el pasillo central, hasta la cruz que hay señalada con cinta adhesiva en el suelo.

Pero, las cosas no son así de fáciles. No son lo fáciles que nos las ponen en las pelis. Cada escena lleva un curro que te cagas, un montón de preparativos y lo que debe de ser el agote de los que logran que salga bien: los ensayos.

Aquí hay un chaval que reproduce los movimientos que tiene que hacer Caviezel, las veces que le digan. Es verdad que es un lujazo estar en esta movida, pero… hay que ser paciente; no cabe otra.

Las zapatillas del monje

Al joven, que le han puesto el traje de figurante, le asoman las zapatillas deportivas por debajo. No pasa nada, eso casi nunca se ve y cuando se ve, la anécdota va directa a la galería de recuerdos entrañables del cine universal.

Mientras unos ensayan y miden luces, y esas cosas de las que saben; Nacho Gutiérrez nos informa sobre cómo, dónde y de qué manera tenemos que estar, y así lo hacemos, que bastante es que nos abran las puertas.

Viene Jim

No se parece en nada a las fotos que he visto de él. Tiene barba, porque lo exige el guión, vale; lleva el hábito, vale; está muy moreno? O me lo parece? Lo que no deja de estar es más bueno que un cocido maragato!

Llega, saluda al alcalde de León, Antonio Silván; saluda al director de fotografía, Rafa Bolaños Quesada (que es un profesional como la copa de un pino y también te lo puedes comer con botillo); saluda al director y guionista, Roberto Girault (jo! Esta peli está llena de chicos guapos!!).

Bueno, vuelvo al tema, que me pierdo…, a estas edades. Sale Jim y sale normal, como si no fuera una estrellaza de Hollywood. Habla con todo el mundo, agradece su estancia en León, dice que está “encantado”, que “es una experiencia que le ayuda a preparar su próximo rodaje con Mel Gibson (Resurrección) y que, “esta película, Ónyx, los reyes del Grial, no es una casualidad. Tenía que hacerla, tenía que venir aquí, tenía que conocer estos lugares magníficos”. (Para besarle, directamente).

Jim, hazme caso

Llama la atención que en una sociedad de locos, encuentres personas que se dedican a vivir su fé, a realizar su trabajo en armonía, a no hacer ruido y a compartir una vida sencilla. Ser practicante de tu creencia no es ninguna tara; como decía mi abuela: “Rezar no hace daño a nadie”. Serlo en toda la dimensión de una vida, debe de ser estupendo.

Pero mira Jim, si te ha impresionado la catedral, que impresiona, hazme un favor. No te vayas de León sin pasar por Ponferrada. Sé que tienes unos ratitos libres y seguro que algún gentil colaborador, coge una furgoneta familiar y te lleva a ti y a tu familia, a uno de los lugares más especiales de León: el castillo templario de Ponferrada.

Ese sitio tiene algo mágico, distinto. Es como si los siglos y sus reformas no puedan borrar la historia de miles de creyentes; de esos que partieron y regresaron de buscar el santo Grial. Si tú lo has encontrado aquí, ya sabes que comienza una nueva misión en tu vida. Un abrazo.

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