La confianza en el poder transformador del matrimonio es casi universal y, además, ha perdurado durante décadas. Y no se trata de una cuestión de fe, es ciencia. Se dice que investigaciones han concluido lo que se prometía en los cuentos de hadas: cásate y vivirás feliz para siempre. Y también tendrás mejor salud.

Sin embargo, un nuevo estudio desafía la afirmación de que las personas que se casan tienen mejor salud. El sociólogo Matthijs Kalmijn, en “La relación ambigua entre matrimonio y salud”, publicado recientemente en la revista Social Forces, informó sobre las conclusiones del Swiss Household Panel, un estudio de 16 años con una muestra de más de 11 adultos suizos. Cada año, a los participantes se les ha hecho una serie de preguntas sobre su salud general y otra sobre sus enfermedades.

Si el matrimonio beneficia la salud, entonces las personas que se casan deben tener una mejor salud en general y menos enfermedades que cuando estaban solteras. Si los supuestos beneficios del matrimonio son acumulativos, entonces la gente debe ser aún más saludable conforme su matrimonio avanza.

Conclusiones del estudio

Sin embargo, eso no es lo que pasó. Las personas que se casaron resultaron tener una salud ligeramente peor de la que tenían cuando estaban solteras. Con el tiempo, su salud no mejoró sino que tendió a deteriorarse, incluso después de tener en cuenta los cambios en la salud a medida que la gente envejece. En cuanto a enfermedades, el matrimonio no aporta ninguna diferencia. Las personas que se casaron no se enfermaron más ni menos que cuando estaban solteras, y su nivel de enfermedad no cambió durante el curso de su matrimonio.

Debido a su tamaño, duración y sofisticación metodológica, el nuevo estudio es quizás la investigación más definitiva que se haya llevado a cabo sobre las implicaciones para la salud del matrimonio.

Los estudios sobre felicidad y satisfacción de la relación se han estado acumulando por más de una década. Una revisión de 18 de ellos en el Diario de Personalidad y Psicología Social en 2012 concluyó que el bienestar no suele mejorar cuando la gente se casa. En el mejor de los casos, los recién casados disfrutan de un breve “efecto de luna de miel” en el que se sienten un poco más satisfechos con sus vidas al principio, pero luego su satisfacción disminuye y terminan sintiéndose tan satisfechos o insatisfechos como cuando estaban solteros.

Los participantes en el estudio suizo informaron acerca de su satisfacción cada año. El profesor Kalmijn encontró que la gente que se casa se siente un poco más satisfecha. Con el tiempo, su satisfacción disminuye, aunque mucho más lentamente que en la mayoría de los estudios previos sobre el matrimonio. Kalmijn también examinó las implicaciones del divorcio y encontró que las personas que se divorciaron quedaron significativamente menos satisfechas con sus vidas.

Eso es importante. Ayuda a explicar por qué tantos de nosotros hemos estado tan seguros durante tanto tiempo de que el matrimonio hace a las personas más felices y saludables. Pero muchas personas que se casan, probablemente más del 40 por ciento, se divorcian y terminan menos felices que cuando estaban solteras. Una mejor manera de evaluar las posibles implicaciones del matrimonio es comparar a todos los que alguna vez se casaron con personas que nunca se casaron. Muy pocos estudios lo hacen.

Nuestra creencia en los beneficios del matrimonio, sin embargo, nunca se basó únicamente en la ciencia. Se trata de una ideología, una cosmovisión que hemos interioridad todos. Lo que se ofrece es casi irresistible: encontrar a esa persona especial, casarse con él o ella y tener a alguien que te ama y se preocupa por ti para el resto de tu vida. Tendrás la relación más importante, la que todos quieren. Serás más feliz y estarás más sano que cuando estabas soltero y, además, serás también superior moralmente.

Hoy en día hay casi tantos solteros como casados. Los que se casan se lo están pensando más que nunca y, por ejemplo, los estadounidenses pasan más años de su vida adulta solteros que casados.

Esta nueva investigación sugiere algo alentador: la gente soltera lo está haciendo mucho mejor de lo que pensábamos. Es improbable que el matrimonio traiga mejoras duraderas a su salud o bienestar, e incluso podría ser todo lo contrario. El matrimonio sigue ahí para aquellos que lo quieran. Pero ahora las personas que prefieren vivir solas pueden salir del “armario”.