Whigfield, la reina del 'Saturday Night': "Jamás me voy a cansar de esta canción"

Catorce semanas líder de ventas en España y número uno mundial en 1994. Y todo con un pegadizo estribillo. Charlote Carlson recuerda para Columna Cero el mayor éxito del dance de los 90
Miguel R. Lopez
España
12.05.2017
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Su nombre de pila, Charlote Carlson, apenas sirve para geolocalizarla en su Dinamarca natal; su nombre artístico, Whigfield, difícilmente la sitúa en el universo musical si no se es un entendido en el tema; Sin embargo, bastan cinco silabas de su canción ‘Saturday Night‘ para que cualquier persona a lo largo y ancho del planeta sepa de qué estamos hablando. ¿Comprobamos? “Di-ri-ra-ra rá”.

Sí, es ella. La responsable de poner a bailar al mundo entero en 1994. La embajadora del llamado ‘Eurobeat’. La cantante que se pasó cuatro meses en el numero 1 de ventas en España (y en Alemania, Canadá, Suiza, Italia, Irlanda…). La primera mujer no inglesa capaz de entrar directamente al primer puesto del prestigioso UK Single Charts con su debut. La reina de la noche de la década de los 90.

Siempre he sido una mujer esceptica, y aunque todos los artistas deseamos tener esa canción que pegue fuerte y conquiste el mundo, no creí que “Saturday Night” fuera a hacerlo de tal manera. Hoy me sigue fascinando y llenando de alegría comprobar que en pleno 2017 la gente sigue bailando y disfrutando la melodía“, explica Charlote en una entrevista exclusiva para Columna Cero.

Su vida cambió en 1993. “Trabajaba en una discoteca en Italia y un amigo, Davide Riva, me comentó que un conocido suyo, un productor musical, estaba buscando solistas para varias de sus nuevas canciones“, recuerda Charlote. Ese productor amigo resultó ser Larry Pignagnoli, el rey del italodisco de los 80, con éxitos en su haber como ‘Call me’ o ‘Easy Lady’. “La melodía del ‘Saturday Night’ ya estaba definida y la letra prácticamente compuesta cuando yo me incorporé. Propuse algunos cambios, hicimos unos pequeños ajustes y la química que surgió en el estudio, la magia y el trabajo en equipo hicieron el resto“, explica la cantante.

Esa magia empezó su recorrido comercial en noviembre de aquel año, precisamente en España. El ritmo más duro de la llamada ‘ruta del bakalao’ dominaba la escena musical. Era el ‘sonido máquina’. Whigfield rompió con todos los prejuicios y no tardó en cruzar las pistas de baile hasta las listas de éxitos más mainstream. “La canción funciona como una melodía infantil, si lo piensas un poco“, opina su artífice. “Es un tema simple, con muy pocos elementos y un estribillo que te atrapa”.

España fue su punta de lanza y a partir de ahí el ‘virus Saturday Night’ se apropió de Europa. Más aun cuando a la melodía se le incorporó una singular coreografía. Whigfield nunca supo bien de donde surgió aquel baile. “A lo largo de este tiempo, me han llegado diversas teorías. Una de ellas es sobre un instructor de aeróbic que utilizaba ‘Saturday Night’ en sus clases. Sus alumnos imitaban las coreografías cuando ponían la canción en las discotecas y de ahí se fue extendiendo“, comenta riendo. Suena plausible.

[Sumario]

Lo que parece bastante más real es que el 13 de mayo, Whigfield entrará en el libro Guinness de los Records. Más de 16 personas, las que abarroten el Wizink Center de Madrid, bailarán al unísono la canción que la lanzó a la fama. No será necesario recordar la coreografía. Forma parte de la cultura colectiva. “Jamás me voy a cansar de esta canción. Jamás“, afirma ella

Exito en los 90 y la vida después de ‘Saturday Night’

Al pelotazo de ‘Saturday Night’ llegaron otros temas. Ninguno fue tan exitoso, pero permitieron que Whigfield tuviera una vida comercial más allá del one-hit-wonder: “Sexy Eyes” o “Think of you” tuvieron recorrido en radiofórmulas e incluso para Navidades se atrevió con una versión technodance del “Last Christmas” de Wham!

En aquellos tiempos mi vida era una montaña rusa permanente. Fueron unos meses muy locos. Todo muy rápido, todo muy divertido. Luego empezó a hacerse duro, ciertamente. Mucha promoción, pocas horas de sueño y multitud de horas de vuelo alrededor del planeta. No me quejo, pero la verdad es que en aquellos tiempos me sentí muy sola. Siempre hay un precio que pagar, pero jamás quise convertirme en famosa, y durante un tiempo lo fui, y mucho, y hoy sigo sin entender a la gente que solo sueña con serlo“.

Una fama sin reconocimiento, por otra parte. En 1994, la música en general no entendía de discursos feministas ni empoderamiento de las mujeres. Mucho menos un ámbito tan masculino como el sonido disco. “En aquellos días, si eras mujer y querías ganarte el respeto de la industria del dance, tenías que hacer algo extremadamente ‘cool’, y no basura comercial como decían que era el ‘Saturday Night’. Hoy sigue existiendo esa discriminación, por ser mujer y además por tener una cierta edad, pero a cambio han surgido muchas plataformas y alternativas que han dado sitio para todos y muchas plataformas para ser escuchado“.

Eso sí, a cambio de la inmediatez. “Hoy la música se parece más a la comida rápida. Tan pronto estás en lo más alto como has desaparecido“. ¿Catorce semanas consecutivas en la lo más alto? Un hito prácticamente imposible para un artista del nuevo siglo. Con los pies en la tierra, Whigfield tiene claro que “nunca más viviré algo parecido al fenómeno del ‘Saturday Night”.

¿Y qué pasó cuando llegó el parón y se acabaron los conciertos? “Empecé a trabajar en la composición y en la producción. Siempre me han gustado todas las fases del proceso de creación de una canción, así que empecé a colaborar con y para otros artistas”. Y vaya si lo hizo: Benny Benassy, In-Grid o Ann Lee, algunos de los responsables de guiar el cambio musical del dance de los 90 al sonido 2000, contaron con Charlote como productora de referencia. La renovación también le llegó a ella. Whigfield quedó atrás. Ahora su carrera musical se sigue bajo bajo otro nombre artístico, Sannie.

Sin embargo, la nueva década trajo consigo lo inevitable: el revival de los 90. Y así, en 2017, el sonido dance de aquella época y sus artistas son reivindicados por la generación que los bailó en su adolescencia y que hoy, bien entrados en la treintena, les recuerdan con nostalgia. “Ahora actúo mucho en conciertos que homenajean la música de los 90. Es muy bonito reencontrarte con viejos conocidos de esos tiempos. Todos tuvimos mucho éxito en aquellos años. Reencontrarnos siempre es algo especial”. Cuando suceden estos encuentros, Sannie cede su sitio a la reina del sábado noche, a Whigfield. Di-ri-ra-ra-rá.

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